Leer en papel para concentrarse mejor
En un artículo publicado este lunes en The New York Times, se hace una pertinente reflexión sobre la influencia que está teniendo en la sociedad la lectura en dispositivos digitales. Diversos estudios prueban que la capacidad de concentración ha descendido dramáticamente desde la década de los noventa hasta la actualidad.
Uno de los consejos para aumentar la capacidad de concentración es la desactivación de las notificaciones automáticas, aunque cada vez nos resulte más difícil prescindir de este estímulo, proveniente principalmente de los teléfonos móviles. De hecho, ha surgido una nueva forma de ansiedad, designada con el término «nomofobia»: miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin teléfono móvil. Además de la falta de concentración, el uso continuado de los teléfonos móviles aumenta los niveles de cortisol y otros signos de ansiedad.
El siguiente consejo que se da en este artículo es el de hacer pausas periódicas durante el día en el uso de dispositivos tecnológicos. Esto se basa en la «tecnica pomodoro», un método para mejorar la administración del tiempo dedicado a una actividad. Creado por Francesco Cirillo a fines de la década de 1980, consiste en el uso de un temporizador para dividir el tiempo en intervalos fijos, llamados pomodoros, de veinticinco minutos de actividad, seguidos de cinco minutos de descanso, con pausas más largas cada cuatro pomodoros…
Y esto nos lleva al siguiente, y quizá más interesante de estos consejos, la lectura en papel. La doctora Maryanne Wolf, profesora de la Universidad de California asegura: «La naturaleza de una pantalla es la de actualizar constantemente la información. Impulsa la mentalidad de ir desde el principio hasta el final lo más rápido posible». Sin embargo, con los textos impresos, nuestra lectura es más lenta, en parte porque vamos hacia delante y hacia atrás, comprobando lo que acabamos de leer. Este tiempo extra nos permite prestarnos a procesos mentales más sofisticados como el análisis crítico, la inferencia, la deducción y la empatía.
Sin embargo, como la propia doctora Wolf dice, «muchas personas han perdido la capacidad de sumergirse realmente en la lectura, por haber desarrollado una impaciencia cognitiva». Para volver a la práctica de lo que la doctora Wolf llama «lectura profunda», habría que dedicar al menos veinte minutos al día a leer en papel. Lo ideal es comenzar con algo que se quiera leer por placer, poner una alarma de veinte minutos con el teléfono en silencio y obligarse a leer lenta y deliberadamente. Recordemos que hay muchas formas de leer, por lo que es probable que incluso algo tan aparentemente trivial como leer profundamente nos resulte difícil al principio, pero con un poco de práctica, volveremos a sentir que somos mejores lectores. Disfrutar de un buen libro no sólo nos confiere placer, evasión y conocimiento, también ayuda a mejorar nuestra salud física y mental. Y, dicho esto, apaguemos la pantalla y vayamos a leer un rato.